Fernández Soldevilla, G. Escauriaza Escudero, A.
Dinamita, tuercas y mentiras. El atentado de la cafetería Rolando
Madrid, Tecnos, 2024, 256 pp.
Santiago de Pablo
Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea
Cómo citar: De Pablo, S. (2024). Fernández Soldevilla, G.& Escauriaza Escudero, A. Dinamita, tuercas y mentiras. El atentado de la cafetería Rolando. Madrid: Tecnos. Sancho el Sabio: revista de cultura e investigación vasca, 47, 252-254
https://doi.org/10.55698/SS47-2024-17
Pese a la ingente bibliografía existente sobre la organización terrorista Euskadi Ta Askatasuna (ETA), su historia fue tan dilatada en el tiempo, tan dramática y a la vez tan compleja que no es sorprendente que aún queden aspectos en los que profundizar. La necesidad de seguir produciendo historiografía seria sobre ETA viene dada no solo por su interés académico sino también por el deber moral de recuperar la memoria de las víctimas del terrorismo. En este sentido, no hay mejor homenaje a estas víctimas que conocer la verdadera historia de ETA y de sus acciones desde su fundación en 1959 hasta su disolución en 2018.
El libro Dinamita, tuercas y mentiras. El atentado de la cafetería Rolando cumple perfectamente este objetivo. En la contraportada se afirma que “el mayor mérito de la presente obra es su empeño en recuperar la memoria de las víctimas”, pero los autores lo consiguen no por medio de declaraciones teóricas sino después “de haber realizado una rigurosa investigación”. En efecto, Gaizka Fernández Soldevilla y Ana Escauriaza Escudero llevan a cabo un estudio monográfico modélico sobre la primera gran masacre de ETA: el atentado con explosivos del 13 de septiembre de 1974 contra la cafetería Rolando, situada junto a la céntrica Puerta del Sol de Madrid, donde se encontraba entonces la Dirección General de Seguridad. Como resultado de este ataque, hubo un total de trece víctimas mortales (todas civiles, salvo un policía, que falleció en 1977, a raíz de las lesiones producidas en el atentado) y más de setenta heridos.
No es ninguna sorpresa, conociendo los antecedentes de ambos autores, que hayan conseguido elaborar un libro excelente. Gaizka Fernández Soldevilla, responsable de investigación en el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, se ha convertido en uno de los mejores –si no el mejor– experto en la historia de ETA y de sus víctimas. Su tesis doctoral defendida en la UPV/EHU sobre Euskadiko Ezkerra y ETA político-militar fue una obra pionera, al abordar con metodología histórica el terrorismo vasco, hasta entonces estudiado mayoritariamente por otros científicos sociales. Su amplia bibliografía posterior sobre la materia –solo o en colaboración con otros autores– no ha hecho sino confirmar la calidad de esa primera incursión. Así lo demuestran títulos como Pardines, cuando ETA empezó a matar (2018), El terrorismo en España (2021) o Las raíces de un cáncer. Historia y memoria de la primera ETA (1959-1973) (2024). Ana Escauriaza, joven doctora en Historia Contemporánea por la UPV/EHU e investigadora de la Universidad de Navarra, ocupa un puesto destacado dentro de la última generación que se ha acercado al análisis de la organización terrorista, siempre con la mirada puesta en sus víctimas. Su doble formación de historiadora y periodista se refleja el modo en que afronta este tema, tal y como demostró en su libro Violencia, silencio y resistencia: ETA y la universidad (1959-2011) (2022).
Antes de entrar al análisis del acontecimiento en sí, Dinamita, tuercas y mentiras estudia el contexto en el que se produjo. Tras acercarse a la historia de ETA en los años sesenta, se hace especial hincapié en el asesinato del presidente del Gobierno español, Luis Carrero Blanco, en diciembre de 1973, antes de entrar en los fiascos de la organización terrorista a lo largo de 1974, preludio de la matanza de la cafetería Rolando. Este atentado se estudia en detalle, partiendo de un completísimo elenco de fuentes muy diversas. Entre ellas destacan los documentos originales conservados en los archivos Judicial Territorial de la Comunidad de Madrid, General Militar de Ávila, Histórico Nacional, Provincial de Guipúzcoa, del Gobierno Civil de Vizcaya, del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, de la Universidad de Navarra y de la Fiscalía Provincial de Guipúzcoa, entre otros.
A ello hay que añadir el uso de una amplia selección de libros, documentales audiovisuales, revistas y periódicos, así como la realización de un buen número de entrevistas con víctimas, familiares y testigos presenciales de los hechos, cuya localización y realización ya constituye una ingente labor de investigación. Además, las entrevistas con las víctimas dan al texto una cercanía, un valor humano y emotivo que va más allá de lo meramente historiográfico. Así se ve en las imágenes filmadas de estas entrevistas, a las que se puede acceder a través de un código QR incluido en el libro.
Pero, centrándose solo en el terreno historiográfico, el libro es un magnífico ejemplo de investigación histórica –a veces casi microhistórica– sobre un acontecimiento concreto, sin perder de vista el contexto en el que tuvieron lugar los hechos analizados, tanto en España como a nivel internacional. Es impresionante, por ejemplo, cómo se sigue la pista a los terroristas y a sus cómplices, aportando datos documentados de los pasos que dieron en los días anteriores al atentado o incluso de las compras que realizaron. Lo mismo sucede con el análisis de las pesquisas policiales o con las vivencias de las víctimas o de quienes, gracias al azar, se libraron por minutos de estar presentes en el lugar del crimen o en sus alrededores cuando estalló la bomba.
Todo ello permite poner nombre y cara no solo a las víctimas del atentado, sino también a los autores materiales del ataque y a sus colaboradores. Entre ellos destaca la escritora Eva Forest, cuya implicación queda demostrada con documentos fehacientes. Pese a ello, Forest ha pasado a la historia más por su pasado antifranquista, su militancia en organizaciones de izquierda, su lucha a favor del feminismo o contra la tortura que como colaboradora necesaria en este crimen. Ello tiene mucho que ver con otro aspecto al que el libro dedica especial atención. Se trata del modo en que la propia ETA y otros sectores del antifranquismo construyeron una serie de mentiras para negar la autoría de ETA, atribuyendo el atentado a la extrema derecha o a sectores de la propia dictadura franquista. Ello afectó incluso a cierta historiografía seria que, durante años, siguió obviando esta masacre –que desmentía rotundamente el mito de la ETA buena del franquismo– o aceptando las dudas sobre su autoría.
Todo ello compone un magnífico retrato de ese evento y de la memoria acerca de la primera matanza indiscriminada de ETA, que merece ser recordada pese a que, en un lector con conciencia social, produzca una ineludible sensación de tristeza. Este sentimiento proviene del relato de la masacre en sí, pero también del olvido y la desatención sufrida por las víctimas y del empeño de algunos –todavía hoy– en blanquear la memoria de los asesinos y de sus colaboradores. Por otro lado, se trata de un libro bien editado, con el añadido de incluir –como ya he adelantado– información adicional a través de tres códigos QR: un análisis de las relaciones de ETA en aquella época con otros grupos terroristas internacionales, de los que pudo aprender cómo preparar los explosivos utilizados en el ataque; un podcast con una entrevista al policía Pedro Chicote, que ayudó a sacar de los escombros a varios heridos, antes de desplomarse él mismo; y las grabaciones de los testimonios de las víctimas del atentado de Rolando o de sus familiares, entrevistados para el libro.
A este respecto, solo cabría hacer dos observaciones formales, que no empeñan en absoluto el valor de esta obra. Por un lado, las imágenes incluidas en el libro son interesantísimas, pero algunas se reproducen a pequeño tamaño y, precisamente por su interés, decepciona un poco no poder verlas con mayor claridad; por otro, así como el título del libro (Dinamita, tuercas y mentiras) es original, impactante y refleja bien su contenido, el subtítulo (El atentado de la cafetería Rolando) quizá debiera haberse especificado algo más, incluyendo alguna referencia a ETA o el año en que se produjo la masacre. Tal vez ello hubiera ayudado a lectores menos expertos a identificar con más claridad el contenido de un libro que, por su calidad historiográfica y su empeño en honrar la memoria de las víctimas del terrorismo, merece tener una amplia difusión.